Definís vuestra música como ‘pop de cambra’. Vosotras mismas habéis acunado ese término, pero ¿cómo lo definiríais? ¿Cuáles son vuestros referentes?
Anna: Es una idea que surgió hace un par de años, es una manera sencilla de decir que intentamos tocar juntas y afectarnos en el escenario, estar muy pendiente la una de la otra cuando tocamos. Cuando vi a Marina tocar con su octeto de cuerda la primera vez me di cuenta de la diferencia entre tocar a la vez o tocar juntos, cómo respiraban, cómo marcaban las entradas con el gesto, me impresionó mucho, y, salvando las distancias, es lo que intentamos aplicar en este proyecto.
¿Qué os inspira al escribir y componer vuestros temas?
Anna: este es el terreno en el que yo me centro durante meses hasta que le muestro el trabajo a Marina y empezamos a construir todo lo que no es voz y guitarra. Normalmente, no tengo una idea clara a la hora de componer, quizás más una imagen mental. La idea va apareciendo a medida que avanzo paralelamente con la letra y melodía, se afectan mutuamente. Es como desenterrar algo que ya existe, yo me dedico a quitarle la arena que tiene alrededor y después lo voy puliendo.