El mejor amigo de nuestros zapatos

Estos zapatos son el medio de transporte básico para todas mis aventuras fuera de casa. En verano, mis alpargatas me acompañan por orillas y arenales, y en invierno son los botines de piel los que me transportan a través de praderas y caminos empedrados. 

A algún par les tengo especial cariño. Mis zapatos favoritos son también los que me acompañaron a entrevistas de trabajo y me dieron seguridad cuando me lancé en busca de una nueva vida en otra ciudad. Quizás por todo su incondicional apoyo, reinvertir en ellos me parece un acto de lealtad. 

No es que mi zapatero, Francesc, siempre lo apruebe, pero por muy mal que él lo vea, nunca pierde la batalla. Le da la vuelta a uno de mis zapatos con sus hábiles manos e inspecciona hasta el mínimo detalle de la suela y la piel. Estoy convencida de que me hará alguna critica constructiva, avisándome de que estaba equivocada al pensar que podía utilizar aquel zapato de yute para irme de festival sin destrozarlo. Pero a pesar de sus duras evaluaciones, nunca veo a mi zapatero como un adversario, sino como un consejero que siempre consigue devolver a la vida aquello que tanto aprecio. 

Entrar su taller de reparación de calzado Cal Sabater es tener la noción de que las cosas de calidad merecen ser arregladas y cuidadas. Por eso siempre lo escucho atentamente detrás de su mostrador, advirtiéndome de que no espere siempre al último momento para cuidar de algo que para mi es tan importante. 

Esa suele ser la imagen: seguramente yo le haya recalcado sonrojada más de una vez, que ya le llevé ese par de zapatos recién comprados para que él les pusiese tapetas y así sobreviviesen a todas mis aventuras. Y aún más probable es que él me haya reiterado que una visita para limpiar y mantenerlos en condiciones siempre previene daños posteriores. 

Esto también lo aprendí de mi madre, quien siempre insistía en dedicar un rato los domingos a una limpieza a fondo de la piel, para mantener intactos mis zapatos favoritos. 

-- ¿Cómo cuidar tus Naguisa? --

Tus botines, tus mocasines o tus zapatos de cordones te piden que los cuides. Su limpieza e hidratación, extenderá su vida por muchos años. Así que desátalos e invierte un poquito de tiempo en cuidar de estos zapatos, con los que tan cómoda de sientes.

1.- Comienza limpiándolos a fondo.
El primer paso, y posiblemente el más importante en el cuidado de tus zapatos, es simple: mantenlos limpios.Hazte con una espuma limpiadora profesional en tu zapatero de confianza. (Francesc, de Cal Sabater, nos recomendó Combi Cleaner de la marca Pedag) Con la ayuda de una esponja húmeda (¡no mojada!), frotamos la espuma suavemente sobre nuestros zapatos, asegurándonos de llegar a todos los rincones y eliminando cualquier exceso de producto. Dejamos secar de forma natural ya que normalmente estos productos contienen una cera que ayuda a sellar y proteger el cuero.

2.- Aplica la cera.
Una vez el zapato esté seco, ponemos un poco de cera del mismo tono que la piel (o incolora en el caso de no encontrar la misma tonalidad) y aplicamos el esmalte por todo el zapato.

3.- Cepilla tus zapatos para que se vean nuevos.
Una vez que la piel haya absorbido la cera, solo te faltará cepillarlos con un cepillo de pelo natural, para devolverles un brillo como de recién estrenados.  

Gracias a Cal Sabater (Passatge del Mercat, 2, 08960 Sant Just Desvern, Barcelona)