Aquella tarde el sol crujía visible. La tarea apretaba cada rincón en nuestro estudio de San Just Desvern. Suena el timbre. Su enérgico ¡hola! llama poderosamente mi atención. Mi cabeza se ladea despacio para confirmar una presencia inusual, francamente hermosa. Mónica permanece de pie, muy cerca de su madre, quien la acompaña este sofocante 15 de julio en la misión de escoger la sandalia perfecta para la boda de su amiga Sara.
Me acerco hasta ellas y mis ojos van directos a enredarse en sus tobillos; sus piernas son un traje impecable para lucir cualquiera de nuestros zapatos. Mónica elige el modelo “Mala” de Naguisa para el venturoso día del enlace. Le sienta impecable. “Dichoso instante en el que dio el paso de comprarse unas Naguisa”, pensé. Capaz criatura pícara, alegre y elegante. Cómo se puede concentrar tanta vitalidad y tal lindo gusto en un linaje tan delicado.
Mónica me cuenta que es actriz de telón, que su vida es puro teatro. Cómo le gusta a la vida recordarnos la suerte que tenemos de poder seguir jugando como niños, en esta sorprendente ruleta de la fortuna. Fortuna y magia, aquel achicharrante lunes se dieron la mano. Por si no lo sabíais, soy incapaz de reprimirme y menos de dejar de vivir algo que siento grita desde mi pecho.Mi voz se lanza:
¿Mónica, quieres llevar nuestra colección cápsula VALL a tus pies?
Como si el día del casamiento se hubiera adelantado semanas y fuera a celebrarse en nuestra sede de Naguisa, Mónica nos manifestó un rotundo y vibrante “Sí, QUIERO”.
Cuando le pregunté a Mónica, después de una memorable sesión fotográfica a su lado, cómo se sintió con Naguisa, ella me contestó:
“Familia de gente bonita. Como decía un cuento del “Libro de los Abrazos” es aventurarse mucho decir que somos “uno” y no que somos muchos. De hecho, podría ser que fuéramos las dos cosas a la vez. Uno, y muchos envueltos en una sola piel.
Gracias, porque esto es lo más mágico que puede sucedernos”.